Las Hijas del Anáhuac Ensayo literario1873-1874

Dra. Carolina Narváez Martínez,

Grupo de Investigación Escritos de Mujeres, IISUE UNAM/Tres Guineas

En esta ocasión queremos compartir con ustedes una reflexión en torno al hallazgo del primero periódico de Mujeres en Ciudad de México. Consideramos importante dejar sentado reflexiones que muestren la importancia de la labor que desempeñaron las estudiantes y profesoras de la Escuela de Artes y Oficios, así mismo mostrar que ejercicios literarios como este hacen parte de la genealogía del pensamiento libre de las mujeres como también de la historia de la literatura. Esperamos que esta pequeña reflexión les impulse a acercarse a la publicación y que así mismo sirva para otros ejercicios de investigación en pro de la historia de las mujeres en México y América Latina.

         Las historiadoras que hacemos parte del grupo de Investigación Escritos de Mujeres estamos felices del hallazgo y la puesta a la vida del libro y del facsimilar del primer periódico de Mujeres en Ciudad de México: Las Hijas del Anáhuac. Para el grupo de investigación ha sido un gusto trabajar con este texto, ya que nos abrió muchas rutas reflexivas además de mostrarnos, nuevamente, las múltiples experiencias de libertad sobre las que las mujeres han dejado huella en el pasado.

         Buscamos en numerosos repositorios el semanario original, repositorios nacionales y extranjeros y no lográbamos dar con él, la hemeroteca nacional contaba con una copia en microfilm que presentaba algunas fallas, pero, que, en todo caso, nos permitió iniciar el trabajo de transcripción. Gracias al trabajo cómplice con la especialista Ana Laura Peniche Monfort, restauradora de la hemeroteca Nacional, logramos tener, después de varios meses, el original en nuestras manos, lo cual nos permitió conocer el tamaño real y el papel en el que había sido impreso.

         El grupo de edición trabajó en equipo, como siempre lo hacemos; realizamos una transcripción de cada volumen del semanario lo que nos permitió conocer a las autoras y la tonalidad de su escritura. Fue una aventura especial pues, mientras avanzábamos en el reconocimiento del semanario los descubrimientos nos dejaban perplejas. Las redactoras e impresoras de este semanario eran mujeres en su mayoría jóvenes que apoyadas de sus maestras sacaron adelante un proyecto que no tenía precedentes pues, como ellas mismas lo dicen: Nunca se había publicado un periódico redactado como el presente por señoritas, y esto nos había hecho vacilar desde hace algún tiempo en establecerlo y llevar a cabo nuestra empresa; pero nos hemos animado… Así que desde el principio el Semanario de las hijas del Anáhuac se desplegó ante nosotras con una sensación de aventura, una chispa que, desde el primer número, publicado el 19 de octubre de 1873, nos cautivó.

         He considerado que las hijas del Anáhuac, como muchas mujeres que emprenden grandes obras, tenían conciencia de su trascendencia y de la genealogía que construían; es decir, en ellas había una clara sensación de grandeza que les permitía, si se quiere, aconsejar a las lectoras u opinar sobre cualquier tema. Así mismo, es claro el amor que demuestran a su origen, al territorio en el que nacieron y desde donde se origina un Semanario como este. Esto, además, lo percibimos a través del uso de seudónimos de origen náhuatl con los que las redactoras dan cuenta de la admiración y respeto a su genealogía materna, usando nombres como: Coatlicue, Malintzin, Ilancueitl, Papantzin, Xóchitl, todos nombres de mujeres y diosas náhuatl. Así mismo y como lo reflexionó, Mariana Abreu, compañera y amiga del equipo de edición, el uso del seudónimo Malintzin da cuenta de que las hijas del Anáhuac se negaron a interpretar la historia de esta mujer dentro del orden del relato patriarcal que la ubicó como traidora y villana.

         Como niñas salvajes, al estilo de Ursula K. Le Guin, las integrantes de este semanario dejaron ver con mucha claridad la importancia de los vínculos entre mujeres. En varios textos poéticos y de prosa, se refirieron a la amistad, muchos de los escritos están inspirados o dedicados a una amiga, de ahí que podamos encontrar frases como: A mí finísima amiga la Señorita Emilia Serrano o a mi recomendable amiga, la señorita Antonia Pliego. Para las hijas del Anáhuac, la amistad es una emanación divina, llamar amiga o amigo a alguien, es un título sublime, bello y elevado; a la manera de Simone Weil “un beneficio incomparable y una fuente de vida”.[1] Confirmamos entonces, que las relaciones y, especialmente, la práctica de la amistad para las mujeres, es una apuesta vital, pero, también, una forma de la política inscrita, no en los discursos, sino, en la práctica del amor y en la experiencia de ser con otra o al lado de otra.

         Y como suele pasar con las fuentes de mujeres, los escritos aquí reunidos recogen formas diversas, a veces inesperadas, otras desconcertantes, donde nos encontramos a mujeres con experiencias espirituales marcadas por un Dios amigo y por relaciones estrechas con la práctica de la contemplación de todo lo creado, por ello podrán leer textos sobre la aurora, las flores, las nubes, las montañas, la primavera, la luna, los rayos del sol y los huracanes. Recuerdo con especial cariño, este verso que deja ver a una observadora inflexible: El huracán: Cual águila caudal que emprende vuelo/ desplega el huracán sus negras alas/ y destrozando del vergel las galas/ cubre de luto y de placer el suelo…

         Acompasada con una escritura sencilla y profunda nos encontraremos temas que remiten a la madre, asunto que nos llamó particularmente la atención, por hallarse como uno de los tópicos más trabajados por las integrantes de este ensayo literario. La relación con la madre es uno de los temas nodales para el pensamiento radical feminista, pues, esta es preponderante en las relaciones que establecemos con el exterior, pero, sobre todo, en la relación que construimos con nosotras mismas. La filosofa Luisa Muraro, reflexionó alrededor de que la relación con la madre, es la que da sentido y medida a las relaciones, la que nos dejará sentir la matriz de la vida y relacionarnos con la libertad, como ella misma lo dice: “para una existencia libre una mujer necesita, simbólicamente, la potencia materna, igual que la ha necesitado materialmente para venir al mundo”.[2]

         Así que el Semanario, también llamado por ellas como Ensayo literario, Las Hijas del Anáhuac, lleva la marca del hallazgo, del descubrimiento, de la conciencia de haber nacido en un cuerpo sexuado que reconoce el significado, a partir de la experiencia, de ser una mujer. Vivir esta realidad, como la consigna feminista de los 70 ¡Soy Mujer y me gusta!, les abrió un espectro inmenso en donde cabían sus experiencias y sus recorridos reflexivos, sin sentirse menos que nadie, ni comparándose con ningún periódico o semanario, ellas, las Hijas del Anáhuac con humildad, se sintieron grandes y capaces de volar; por ello, dejaron para nosotras este hermoso ejercicio literario con el que podrán reírse, sorprenderse, y sentirse reflejadas pues, también, estas escritoras, cansadas de la pregunta sobre la aceptación o la visibilidad, se abrieron paso sin vergüenza y sin pretender ser lo que no eran. Ellas sabían que, simplemente, eran las primeras mujeres en hacer un Ensayo literario en Ciudad de México.

         Tal vez, solo me reste decir que creemos en la importancia que tiene divulgar y circular fuentes que permitan conocer las experiencias de las mujeres en el pasado; por ello, damos la bienvenida a esta nueva edición de textos que se abren en un siglo tan particular y deslumbrante como el siglo XIX. Como las Hijas del Anáhuac, nosotras también consideramos que la escritura inaugura a una mujer como creadora y pensadora, por ello, esperamos seguir contando con el apoyo de nuestras lectoras y por supuesto con el de nuestras autoras, muertas ya, pero muy vivas en estas letras.

         Para conocer el Semanario las Hijas del Anáhuac puede dirigirse a la librería del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación IISUE, UNAM, Ciudad Universitaria, área cultural o a la página web del grupo de Investigación Escritos de Mujeres: https://mujeres.iisue.unam.mx/escritos/.


[1] Simone Weil, La amistad pura, Doménico Canciani y María Antonietta Vito (ed), Narcea, S.A de Ediciones Madrid, España, 2010.

[2] Luisa Muraro, El orden simbólico de la madre, Hora y horas, Madrid, 1994, pág. 9.

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